Un convento bien cerrado,
sin campanas y sin torres
y muchas monjitas dentro,
preparan dulces de flores.
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¿Qué es, qué es, que te da en la cara y no lo ves?
Lomos y cabeza tengo y aunque vestida no estoy, muy largas faldas mantengo.
Hay un hijo que hace nacer a la madre que le dio el ser.
Un convento bien cerrado, sin campanas y sin torres y muchas monjitas dentro, preparan dulces de flores.
Alto, alto, como un pino, pesa menos que un comino.
Como el algodón suelo en el aire flotar, a veces otorgo lluvia y otras, sólo humedad.
Vuela en el aire, pace en la tierra, se posa en los árboles, anda en la mano, se deshace en el horno y se ahoga en el agua.
En el campo soy hallada y al fuego alimento. Donde quiera que soy llevada, es para darme tormento.
Sin vacación en sus cursos, al principio son pequeños, suelen nacer en montañas y morir de marineros.
Es una enorme naranja pero de zumo salado, los gajos se le suponen entre un par de meridianos.
