Hay en la plaza nueva
un monte, y en él dos cuevas.
Más abajo un pozo hondo
que tiene el brocal rojo.
Altas ventanas, iguales,
y en ellas, dos niñas bellas
que, a través de los cristales,
todo lo ven y lo observan.
más adivinanzas del cuerpo humano...
Parecen persianas, que suben y bajan.
Cinco hijitos tiene cada una y dan tortazos como ninguna.
Atrás panza y delante espinazo, aciértamelo pedazo de ganso.
Uno larguito, dos más bajitos, otro chico y flaco, y otro gordazo.
Al dar la vuelta a la esquina tropecé con un convento, las monjas iban de blanco y el sacristán en el centro.
En la jirafa descuella, bajo la barba del rey, lo tiene cualquier botella, la camisa o el jersey.
Una señora, muy enseñoreada, siempre va en coche y siempre va mojada.
Cuando sonríes asoman blancos como el azahar unas cositas que cortan y que pueden masticar.
Son dos cortinas en dos ventanitas que bajando ocultan dos niñas bonitas.
Unas son redondas, otras ovaladas, unas piensan mucho, otras casi nada.