Laterales parapetos,
que van siempre por parejas,
les encantan los secretos.
más adivinanzas del cuerpo humano...
Como la piedra son duros, para el perro un buen manjar, y sin ellos no podrías ni saltar ni caminar.
Una capilla llena de gente y un capellán en medio que predica siempre
Atrás panza y delante espinazo, aciértamelo pedazo de ganso.
Cueva con treinta y dos machacantes que dispone de un solo habitante.
Hay en la plaza nueva un monte, y en él dos cuevas. Más abajo un pozo hondo que tiene el brocal rojo. Altas ventanas, iguales, y en ellas, dos niñas bellas que, a través de los cristales, todo lo ven y lo observan.
A muchos se lo suelen tomar si antes no se ha ido a pelar.
Enfundados siempre van y hay que tener cuidado con las patadas que dan.
Al revolver una esquina me encontré con un convento, las monjas vestidas de blanco, la superiora en el centro, más arriba dos ventanas, más todavía un par de espejos y en lo más alto la plaza donde pasean los caballeros.
Sólo tres letras tengo pero tu peso yo sostengo. Si me tratas con cuidado, te llevaré a cualquier lado.
Pozo hondo, soga larga, y si no se dobla no alcanza.
