Aquí estamos doce hermanos;
yo, que el segundo nací,
soy el menor entre todos:
¿Cómo puede ser así?
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De siete en siete vamos cogiditos de las manos.
Un árbol con doce ramas, cada rama, cuatro hijas, cada hija, siete hijos, me dices ¿cómo se llama?
Somos sesenta mellizos, en torno de nuestra madre, tenemos sesenta hijitos y toditos son iguales.
Para unos soy muy corto; para otros, regular; para los tristes muy largo; para Dios, la eternidad.
Doce son los hermanitos, uno es el benjamín, siete son los mayorcitos y los cuatro restantes los más pequeñitos.
Quién es un viejo ligero, que es de cuatro movimientos puestos en doce cimientos, que, a cualquier pasajero, da más penas que contentos.
Nos llegan muy de mañana y se van mucho después, regresan cada semana y cuatro veces al mes.
Estoy condenado a un año y un día; si esto es cada cuatro, ¿mi nombre, sabrías?
De aquí al domingo seis pasos, seis cielos que veo pasar, seis mañanas, seis ocasos ¿Cómo me debo llamar?
Dos hermanas en la plaza, ambas marchan a la par, si una da doce vueltas, la otra una, nada más.