Con mi cara tan cuadrada,
lisa o con dibujitos,
resignada y por los suelos,
me repito, me repito…
más adivinanzas de cosas de la casa...
Pequeña como una pera y alumbra la casa entera.
Sin ella en la mano ni entras ni sales, ni vas a la calle.
Vivo en alta situación y en continuo movimiento, con exactitud presento del aire la dirección.
Una caja en tu casa que te sube y que te baja.
Estoy dentro de él y no puedo entrar en él.
Con patas y espalda, no se mueve ni anda.
Ni corre, ni vuela, pero siempre te precede, cuando vas o cuando llegas.
Cuatro patas tiene, así como asiento; de ella me levanto y en ella me siento.
¿Quién pensaréis que yo soy, que cuanto más y más lavo, mucho más sucia me voy?
Sale de la sala, entra en la cocina, meneando la cola como una gallina.
