Del techo al suelo,
cortada y fina,
tela con vuelo.
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¿Quién pensaréis que yo soy, que cuanto más y más lavo, mucho más sucia me voy?
Aunque yo nunca me mueva por mí suben, por mi bajan; soy de diversas materias y mi utilidad la halagan.
Poseo dientes y ojos y para hacerme trabajar me has de meter en cerrojos.
De nada me sirven, estas cuatro patas, que quieta estoy siempre, sobre mí, el durmiente.
Doy vueltas y no soy tiempo, un secreto sé guardar, si no me cuidan, me pierdo. ¿Con mi nombre sabrás dar?
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
Habla y no tiene boca, oye y no tiene oído, es chiquito y hace ruido, muchas veces se equivoca.
Está hecha de metal, de madera o de cristal y golpes siempre recibe cuando la entrada prohíbe.
Cuanto más se moja, más te seca. ¿Qué es?
