Don dedín tiene un sombrero
para no hacerse agujeros.
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Vengo al mundo a trabajar, y tengo tan mala suerte, que todos me pinchan el culo, y yo no me puedo quejar.
Cuando pasa ¡cómo pisa!, deja rasa la camisa.
Con «A» empieza mi nombre, de las damas soy querido, si me prenden voy seguro, y, si me sueltan, perdido.
Dos hermanas diligentes que caminan al compás, con el pico por delante y los ojos por detrás.
Verde fue mi nacimiento y amarillo fue mi abril; tuve que ponerme blanco para poderte servir.
Dama da, dama deja, y no se queja de lo que deja.
¿Quién es esa señora, que tiene la propiedad, de estirar bien lo arrugado y de arrugar lo estirado, con igual facilidad?
Don dedín tiene un sombrero para no hacerse agujeros.
Tan largo como un camino, proviene de vegetal, y a pesar de su extensión, en un cesto puede estar.
Tengo pie y no tengo boca, hilo meto, hilo asomo, tengo dientes y no como.