En las manos de las damas
casi siempre estoy metido,
unas veces desplegado
otras veces recogido.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Hoy cuando me levanté, puse uno en cada pie. Como no son los zapatos, dime tú... ¿qué puede ser?
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Tengo corazón sin ser persona, tengo bata sin ser mujer. y el hombre elegante me lleva delante.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
