¡Escapa, escapa!
que esto que te digo,
aunque no te obligo,
te abriga y te tapa.
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Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Soy de piel o paño gordo y me adhiero a tu cuerpo, para que no pases frío cuando llega el invierno.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Juntos, en ovillo, duermen los mellizos; cuando se separan, estirados andan.
