Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
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Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Guardado en invierno, lo luzco en verano, es mi único traje en sitios de baño.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
