Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
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En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
Guardado en invierno, lo luzco en verano, es mi único traje en sitios de baño.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
