Nazco y muero sin cesar;
sigo no obstante existiendo,
y, sin salir de mi lecho,
me encuentro siempre corriendo.
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Él es tío sin sobrinos, a todos calienta igual. Si no sabes de quién hablo, tras la primavera vendrá.
Sin vacación en sus cursos, al principio son pequeños, suelen nacer en montañas y morir de marineros.
Desde el día en que nací, corro y corro sin cesar: corro de noche y de día hasta llegar a la mar.
Es una enorme naranja pero de zumo salado, los gajos se le suponen entre un par de meridianos.
Girando toda su vida, toda su vida girando y no aprendió a ser más rápida da una vuelta y tarda un día, da otra vuelta y tarda un año.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
Millares de soldaditos van unidos a la guerra, todos arrojan lanzas que caen sobre la tierra.
En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
Aparece por delante, por los lados, por la espalda, te descuidas un instante y te levanta la falda.
Nazco en lugares abruptos sin haber tenido padre y conforme voy muriendo va naciendo mi madre.
