Nazco y muero sin cesar;
sigo no obstante existiendo,
y, sin salir de mi lecho,
me encuentro siempre corriendo.
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Lleva años en el mar y aún no sabe nadar.
Viene del cielo, del cielo viene, a unos disgusta y a otros mantiene.
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene no más.
Es una enorme naranja pero de zumo salado, los gajos se le suponen entre un par de meridianos.
Aparece por delante, por los lados, por la espalda, te descuidas un instante y te levanta la falda.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
Nazco y muero sin cesar; sigo no obstante existiendo, y, sin salir de mi lecho, me encuentro siempre corriendo.
Kilómetros mido, hectolitros llevo, kilovatios doy, hectáreas mantengo.
Lomos y cabeza tengo y aunque vestida no estoy, muy largas faldas mantengo.
Tengo lecho y no me acuesto tengo curso sin ser maestro.