Ni corre, ni vuela,
pero siempre te precede,
cuando vas o cuando llegas.
más adivinanzas de cosas de la casa...
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
A la entrada de tu casa algo suena si lo aprietan y tu sales presurosa a abrir deprisa la puerta.
Soy de cabeza redonda y me sostengo en un solo pie. Soy de tal fortaleza que a Dios hombre sujeté.
Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
Habla y no tiene boca, oye y no tiene oído, es chiquito y hace ruido, muchas veces se equivoca.
Cabezón y muy delgado, que se pone siempre negro, después de haber sido frotado.
Es una caja habladora, que vive en todas las casas, y se calla a muy alta hora.
Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.
Estoy dentro de él y no puedo entrar en él.
Sale de la sala, entra en la cocina, meneando la cola como una gallina.
