Pisados, siempre en el suelo,
recibiendo malos tratos,
y sin señales de duelo.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
Juntos, en ovillo, duermen los mellizos; cuando se separan, estirados andan.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
