¿Quién es esa señora,
que tiene la propiedad,
de estirar bien lo arrugado
y de arrugar lo estirado,
con igual facilidad?
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Pica, picando, colita arrastrando.
Te la digo, te la digo, te la vuelvo a repetir; te la digo veinte veces y no me la sabes decir.
Una señora, muy aseñorada, tiene muchos dientes y se cose a puntadas.
Siempre de mí dicen algo, aunque muy humilde soy; no soy señor y me tratan, con la nobleza del don.
Dama da, dama deja, y no se queja de lo que deja.
Si bien empiezo con bo, no soy bota ni botijo, ¡bobo, tonto!, ¡qué lo he dicho!
Cuando me caliento hasta los talones aliso camisas y pantalones.
Soy pequeña y afilada y pincho con mis puntadas.
Verde fue mi nacimiento y amarillo fue mi abril; tuve que ponerme blanco para poderte servir.
De mi ojo cuelga un hilo largo, que une las telas y hace las prendas.