Rodeo cuellos y cuellos,
tanto de ellas como de ellos.
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Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
