Te lo digo y
no me entiendes,
no tengo boca y
si tengo dientes
más adivinanzas de cosas de la casa...
Soy de cabeza redonda y me sostengo en un solo pie. Soy de tal fortaleza que a Dios hombre sujeté.
De nada me sirven, estas cuatro patas, que quieta estoy siempre, sobre mí, el durmiente.
Una señorita de carnes muy blandas, que sin ser enferma siempre está en la cama.
Con patas y espalda, no se mueve ni anda.
Aunque soy iluminada siempre me tienen colgada.
¿Quién pensaréis que yo soy, que cuanto más y más lavo, mucho más sucia me voy?
En lo más alto me ponen para que el aire me dé. El aire me zarandea, Y siempre lo miro a él.
Que timbre y número tenga y en verdad portal no sea es cierto, y el que desea hablar por él, no lo cuelga.
Sale de la sala, entra en la cocina, meneando la cola como una gallina.
Tiene un ojo y nada ve, por abrir no es cosa dura, sin embargo por cerrar, sí que cierra y sí que es dura.
