Tienen justo cinco dedos
como la mano;
se rellenan en invierno,
se vacían en verano.
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Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
