Una piel que es otra piel,
una mano que no es mano
y el frío se aguanta bien.
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Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
De pergaminos, o sedas, o papel hechos estamos; en verano gusto damos; las manos han de estar quedas, si es que nuestro oficio usamos.
