Ani lloró todo el día;
perdió lo que más quería
más adivinanzas de ropa y vestuario...
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Tamaño de una cazuela, tiene alas y no vuela.