Mi ser por un punto empieza,
por un punto ha de acabar,
el que mi nombre acierte
sólo dirá la mitad.
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Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
Resuélveme este dilema: «soy una, pero soy media».
Vivo en el campo y en una ciudad grande, y soy chico pero me usan por igual, si dices mi nombre solo dirás la mitad.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.