Una copa redonda y negra,
boca arriba está vacía,
boca abajo está llena.
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Tamaño de una cazuela, tiene alas y no vuela.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Juntos, en ovillo, duermen los mellizos; cuando se separan, estirados andan.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
