No me utilizan los patos
más me llevan de apellido,
con «Z» empieza mi nombre,
¡y ya el resto es pan comido!
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Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Una copa redonda y negra, boca arriba está vacía, boca abajo está llena.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
Redondito, redondón, no tiene tapa ni tapón.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.