Vivo en el campo y en una ciudad grande,
y soy chico pero me usan por igual,
si dices mi nombre solo dirás la mitad.
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En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.