Como la piedra son duros,
para el perro un buen manjar,
y sin ellos no podrías
ni saltar ni caminar.
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Entre dos murallas blancas hay una flor colorada, que con lluvia o con buen tiempo, está siempre bien mojada.
Con ella vives, con ella hablas, con ella rezas y hasta bostezas.
Parecen persianas, que suben y bajan.
Uno larguito, dos más bajitos, otro chico y flaco, y otro gordazo.
Dos niñas asomaditas, cada una a su ventana, lo ven y lo cuentan todo, sin decir una palabra.
¿Cuál es la planta más olorosa?
Hay en la plaza nueva un monte, y en él dos cuevas. Más abajo un pozo hondo que tiene el brocal rojo. Altas ventanas, iguales, y en ellas, dos niñas bellas que, a través de los cristales, todo lo ven y lo observan.
Como la piedra son duros, para el perro un buen manjar, y sin ellos no podrías ni saltar ni caminar.
Laterales parapetos, que van siempre por parejas, les encantan los secretos.
Enfundados siempre van y hay que tener cuidado con las patadas que dan.
