Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
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Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
En tus manos estoy limpio, en tus ventanas me ensucio, si sucio, me ponen limpio, si limpio, me ponen sucio.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
De pergaminos, o sedas, o papel hechos estamos; en verano gusto damos; las manos han de estar quedas, si es que nuestro oficio usamos.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Dos buenas piernas tenemos y no podemos andar, pero el hombre sin nosotros no se puede presentar.
