Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
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Nuestra dueña nos coloca uno a cada lado, siempre pendientes, siempre colgados.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
Dos hermanitos muy igualitos, en llegando a viejecitos abren los ojitos.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Tamaño de una cazuela, tiene alas y no vuela.
