Dos hermanitos muy igualitos,
en llegando a viejecitos
abren los ojitos.
más adivinanzas de ropa y vestuario...
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Ani lloró todo el día; perdió lo que más quería
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Me pisas y no me quejo, me cepillas si me mancho, y con mi hermano gemelo bajo tu cama descanso.
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
