Durante el verano escondido,
en el invierno encendido.
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Su forma es de pera, aunque es de cristal da luz sin espera para cada cual.
Cuatro patas tiene, así como asiento; de ella me levanto y en ella me siento.
Tengo patas bien derechas, mas no me puedo mover, llevo a cuestas la comida y no la puedo comer.
Muy bonito por delante y muy feo por detrás; me transformo a cada instante, pues imito a los demás.
Poseo dientes y ojos y para hacerme trabajar me has de meter en cerrojos.
De nada me sirven, estas cuatro patas, que quieta estoy siempre, sobre mí, el durmiente.
Que timbre y número tenga y en verdad portal no sea es cierto, y el que desea hablar por él, no lo cuelga.
En el buen tiempo a nadie marea, en cuanto llueve repiquetea.
Todos me buscan, para descansar, si ya te lo he dicho, no lo pienses más.
Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.
