Mi padre al cuello la ata
y, poco a poco, la aprieta
hasta llegar a su meta.
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Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Dos guaridas cálidas con sus escondrijos, para dos hermanas y sus quintillizos.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Soy de piel o paño gordo y me adhiero a tu cuerpo, para que no pases frío cuando llega el invierno.
Por la noche me lo pongo, por el día me lo quito y en la siesta lo uso un poquito.
