Mi padre al cuello la ata
y, poco a poco, la aprieta
hasta llegar a su meta.
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Redondo, redondo, sin tapa, sin fondo.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Mi ser por un punto empieza, por un punto ha de acabar, el que mi nombre acierte sólo dirá la mitad.
Para salir a la esquina ponte pan en el talón y camina.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Rodeo cuellos y cuellos, tanto de ellas como de ellos.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Colgada voy por delante y al hombre hago elegante.