Mi padre al cuello la ata
y, poco a poco, la aprieta
hasta llegar a su meta.
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¡Escapa, escapa! que esto que te digo, aunque no te obligo, te abriga y te tapa.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Tengo cinco habitaciones, en cada una un inquilino, en invierno cuando hace frío, están todos calentitos.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Aunque la quite del agua, sigue en agua.
Soy de piel o paño gordo y me adhiero a tu cuerpo, para que no pases frío cuando llega el invierno.