Nicanor tenía un barco
y con él surcaba el río;
¿era este un barco pequeño
o este era un gran navío?
Lee despacio, Encarnación,
y hallarás la solución.
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En el cielo soy de agua, en la tierra soy de polvo, en las iglesias de humo y mancha blanca en los ojos.
Van y llegan, se llevan lo que traen y lo que traen se llevan
Llevo, sin ser arlequín, de colores mi librea, yo salgo de tarde en tarde y espero siempre a que llueva.
Desde el día en que nací, corro y corro sin cesar: corro de noche y de día hasta llegar a la mar.
Tengo lecho y no me acuesto tengo curso sin ser maestro.
En mí se mueren los ríos, y por mí los barcos van, muy breve es el nombre mío, tres letras tiene no más.
Como el algodón suelo en el aire flotar, a veces otorgo lluvia y otras, sólo humedad.
Es una enorme naranja pero de zumo salado, los gajos se le suponen entre un par de meridianos.
En verano barbudo y en invierno desnudo, ¡esto es muy duro!
Vuela sin alas, silba sin boca, azota sin manos y tú ni lo ves ni lo tocas.
