adivinanzas para niños

Una señorita
de carnes muy blandas,
que sin ser enferma
siempre está en la cama.

 

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Soy liso y llano en extremo, y, aunque me falta la voz, digo en su cara a cualquiera la más leve imperfección; contesto al que me pregunta sin lisonja ni aflicción, y si mala cara pone, la misma le pongo yo.

Cuatro patas tiene y no puede andar también cabecera sin saber hablar.

No soy el sol, tampoco el fuego; pero la casa bien que caliento.

Puede ser de Persia, puede ser de Ana, por más que se enrolle, se ve en la ventana.

Como conoce la clave, gira por su laberinto y deja entrar al recinto.

Del techo al suelo, cortada y fina, tela con vuelo.

Tengo dientes y no muerdo, desenredo con cuidado, caminos abro en tu pelo, ya sea liso o rizado.

Ruedo y ruedo, y en los bolsillos me quedo.

Sin ella en la mano ni entras ni sales, ni vas a la calle.

En lo más alto me ponen para que el viento me dé, soy guía para los hombres y siempre estoy de pié.