Tengo cinco habitaciones,
en cada una un inquilino,
en invierno cuando hace frío,
están todos calentitos.
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Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
Me pisas y no me quejo, me cepillas si me mancho, y con mi hermano gemelo bajo tu cama descanso.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
De día llenos de carne, de noche con la boca al aire.
Juntos, en ovillo, duermen los mellizos; cuando se separan, estirados andan.
Tienen justo cinco dedos como la mano; se rellenan en invierno, se vacían en verano.
Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
Aunque las adornamos a ellas cuando no tenemos carreras, la gente tiene manía de no llamarnos enteras.
Tengo corazón sin ser persona, tengo bata sin ser mujer. y el hombre elegante me lleva delante.