adivinanzas para niños

Al revolver una esquina
me encontré con un convento,
las monjas vestidas de blanco,
la superiora en el centro,
más arriba dos ventanas,
más todavía un par de espejos
y en lo más alto la plaza
donde pasean los caballeros.

 

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Podrás tocarlos, podrás cortarlos, pero nunca contarlos.

Una señora, muy enseñoreada, siempre va en coche y siempre va mojada.

Hay en la plaza nueva un monte, y en él dos cuevas. Más abajo un pozo hondo que tiene el brocal rojo. Altas ventanas, iguales, y en ellas, dos niñas bellas que, a través de los cristales, todo lo ven y lo observan.

Aunque sepas ésto, mago no serás, si no sabes dónde, lo digerirás.

Con ella vives, con ella hablas, con ella rezas y hasta bostezas.

Entre dos murallas blancas hay una flor colorada, que con lluvia o con buen tiempo, está siempre bien mojada.

Porque no se caiga pagan, pero, si se cae, nadie se agacha a recogerlo.

¿Qué instrumento se puede escuchar, pero no se puede ver ni tocar?

¿Qué planta será la que en el hombre está?

Adivina, adivinanza, tiene un solo ojo y una cara ancha.