Tamaño de una cazuela,
tiene alas y no vuela.
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Se pone para dormir, aunque no es un camisón, puede ser de lana, seda o algodón.
Con varillas me sostengo y con la lluvia voy y vengo.
Destacan en las orejas creyéndose independientes, van casi siempre en parejas.
De pergaminos, o sedas, o papel hechos estamos; en verano gusto damos; las manos han de estar quedas, si es que nuestro oficio usamos.
Con dos patas encorvadas y dos amplios ventanales quitan sol o dan visión según sean sus cristales.
Me lleváis, me traéis, y si sois nuevos quizás me mordéis.
No me utilizan los patos más me llevan de apellido, con «Z» empieza mi nombre, ¡y ya el resto es pan comido!
Ahí vienen dos: uno se moja y el otro no.
En las manos de las damas casi siempre estoy metido, unas veces desplegado otras veces recogido.
Una piel que es otra piel, una mano que no es mano y el frío se aguanta bien.
