Redondito, redondón,
no tiene tapa ni tapón.
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Me pones y me quitas, me tomas y me dejas, conmigo no tiritas y estoy hecho de madejas.
Chiquito, redondo, barrilito sin fondo.
Santa con nombre de flor, y, a pesar de este retrato, me confunden con zapato.
Resuélveme este dilema: «soy una, pero soy media».
Tengo copa y no soy árbol, tengo alas y no soy pájaro; protejo del sol a mi amo, en invierno y en verano.
Mi padre al cuello la ata y, poco a poco, la aprieta hasta llegar a su meta.
El pie tapo al instante igual que si fuera un guante.
Pisados, siempre en el suelo, recibiendo malos tratos, y sin señales de duelo.
No he de darte más razones, sin mi perderías los pantalones.
Puedes llevarlo en el pelo y, a veces, en los zapatos, se coloca en la cintura y en el rabo de los gatos.